viernes, 21 de septiembre de 2012

Estamos acostumbrados al conformismo. Somos la generación del calimotxo, de beber en la calle, de puñaladas los sábados y resaca los domingos. Ni pinchamos ni cortamos, vivimos escuchando música de ayer y pensando en el mañana. Pasamos de todo, porque lo tenemos todo. No hemos vivido una gran revolución, ni hemos pasado hambre… nuestros padres no han ido a la guerra, y nuestras madres no han tenido que sacarnos adelante sin ningún otro apoyo… o sí.
El número de BlackBerrys que se venden al día es inversamente proporcional a lo comunicados que estamos. Desconocemos lo que ocurre a nuestro alrededor, procuramos que los libros no nos deshagan el cerebro. 
Sabemos que el Ché fue ese argentino que tenía siempre un puro en la boca, y que Bob Marley fumaba porros y decía que fuéramos felices, no más. La política nos aburre, es cosa de mayores… nosotros, los eternos Peter Pan. ¿Qué está pasando en Túnez? Gritan mucho, será que han expulsado a su cantante favorito de Operación Triunfo.
América Latina, nos suena a acento y telenovelas. África a pobreza. Pero seguimos comprándonos ropa de Nike. Nos encanta viajar, ver mundo... pero torcemos la vista cuando un rumano nos intenta vender pañuelos. 
Revolución nos suena a armas y bombas, pero no sabemos que la verdadera Revolución empieza en el corazón

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